lunes, 4 de marzo de 2013

El show mediático

Aplaudo el combate a la corrupción y el castigo correctivo a los criminales por parte de las autoridades legalmente constituidas, mas no así el espectáculo propiciado por los medios de comunicación dedicados a hacer leña del árbol caído antes de que un juez dictamine la comisión del presunto delito.
En el caso de la maestra Elba Esther Gordillo Morales era inevitable la algarabía desatada en la sociedad mexicana, pues la maestra es uno de los pilares emblemáticos de la partidocracia, poco faltó para verla integrada al Escudo Nacional, digo esto sin soslayar que –alegóricamente– la maestra está liándose con «Águila», término elucidario que designa al presidente de la república, cuya enérgica iniciativa, a propósito, otorga una renovada autoridad moral a la institución presidencial.
El negrito del arroz es la filtración a los medios informativos, vía twitter, de la ficha signalética de la maestra,  lo cual sí es falta grave a los Derechos Humanos, quedando maculado –debido a este infame hecho­– el proceso legal que enfrenta; esto, de conformidad con el criterio aplicado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en el caso de la tan bella como peligrosa Florence Cassez.
Desconozco la legislación correspondiente, pero no parece clara la intervención del gobierno en la fiscalización de los recursos del sindicato. No es dinero procedente de las arcas públicas. La Auditoría Superior de la Federación (ASF), que sería la indicada para intervenir en este asunto si la pecunia fuese del fisco, no tiene la facultad de emitir un dictamen respectivo, pues afectaría a la autonomía sindical violando la Constitución y tratados internacionales que México ha signado. Reitero, es mi opinión indocta, nunca he estado afiliado a sindicato alguno.
Es común y recurrente, con fines lucrativos, la exhibición de casos polémicos por parte de los medios periodísticos y de entretenimiento; ello es lamentable porque en estos reportajes siempre hay víctimas de difamación, independientemente de su culpabilidad o inocencia, en los diversos casos presentados por la prensa y televisión sensacionalistas; así como también una explotación de la imagen de los protagonistas del supuesto escándalo mediático, la cual no es retribuida pecuniariamente como se debiera hacer.
Esta es la cuestión que sugiero, un pago justo a cargo de las televisoras y la prensa escrita por la explotación de la imagen humana cuando las personas exhibidas no hayan convenido publicar su imagen de manera gratuita. No pretendo que los medios paguen a la maestra los derechos de explotación de imagen, esto sería absurdo y ridículo, ella es figura pública y además ‘donataria’ multimillonaria, según se observa.
La sugerencia deriva no tanto de una ocurrencia sino de una genial idea al ver los programas deportivos de televisión, donde la imagen de algunos uniformes deportivos es difuminada por el editor antes de salir a cuadro para no promocionar, indirectamente, la respectiva marca patrocinadora de los deportistas, entendiéndose con esto una justificada intención mercadológica de las televisoras.
Por lo mismo, más importante que el logotipo de cualquier marca comercial es la imagen de las personas, propiamente dicho, cuya explotación –convenida o indirecta– merece retribución económica.
Habría que legislar sobre este asunto, hay motivo para hacerlo; pero, tristemente, algunos que debieran trabajar en esto andan más ocupados en el torito que en sus labores congresistas. Es la partidocracia, ni modo, ¿qué vamos a hacer?